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  EN MEMORIA DE
 




CARTA A LA IGLESIA CRISTIANA FILADELFIA 

 

Me llamo Mery Pinzón Muños; llegué a la congregación en septiembre del 2009; en el 2010 asistí a la Escuela Bíblica de la Iglesia Filadelfia y tomé el curso de Consejería dictado por el Pastor Luis Molano e Inés Torres. En el 2011 me inscribí en el Seminario de Consejería Familiar de la Fundación para la Restauración Familiar FUREFA; me bautice; tome dos manuales de discipulado con Lilia Álvarez; asistí al primer encuentro y en diciembre recibí el grado de Consejería. Ese es a groso modo mi presentación.

Pasando a otro aspecto quiero compartir con ustedes mi testimonio: En febrero del 2008 se me diagnostico cáncer de seno; me sometí al tratamiento respectivo: quimioterapia, operación, nuevamente quimioterapia, radioterapia y  terapia oral; yo daba por terminado este ciclo de mi vida y ya lo había cerrado.

Más o menos en mayo del 2011 apareció un pequeño dolor en la cadera derecha que se fue haciendo cada vez más fuerte, extendiéndose a lo largo de la pierna; después de exámenes y diferentes conceptos médicos y a través de de una gamo grafía, la gran sorpresa; una enfermedad había hecho metástasis en mi sistema óseo, el diagnostico me dejo pasmada si lo puedo decir así. Busque ayuda, llame a Lilia Álvarez, le comente la situación, ella buscó a nuestro Pastor, él asistió prontamente y como excelente concejero y psicólogo más o menos en un cuarto de hora me hablo tan sabia y claramente que puso en orden mi mente, mis ideas y emociones, se me abrió el panorama del camino a seguir (gracias Pastor, que Dios le bendiga). Al siguiente día inicié los trámites para nuevo tratamiento.

Hermanos, una situación como ésta afecta totalmente nuestra vida, la parte laboral y por ende la económica, familiar, etc. Mi pequeño núcleo familiar consta: de mi esposo, una única hija especial, yo, y un hermano mío.

 

Ustedes se preguntaran ¿Dios que papel o lugar tiene en esto?; les diré: El supremo, El imprescindible, El central, etc. Mirando atrás, mucho antes de todo esto, Él ya tenía el control absoluto de todo, ya había preparado el camino; como les dije, esto afecto todo en el hogar; mi esposo tuvo que dejar de trabajar para cuidarnos a las dos, Dios no nos desampara, envió a nuestro hermano de sangre y en Cristo a colaborar.

 

El devorador no solo de mi salud sino de mi economía aparece en escena; en todo procedimiento medico teníamos que pagar un treinta por ciento del costo total; esto nos estaba desangrando. Empecé a tocar puertas en las entidades de salud del estado sin ningún resultado; inicialmente con pagos de doscientos veinte mil pesos por quimio ($220.000) y fue aumentando hasta seiscientos cincuenta mil ($650.000) cada ciclo; ustedes se imaginaran que la constante en mi fue la oración, momentos de guerra, suplicas de clamor, llanto, gemir, etc., pero comprendí que hay algo que complementa la oración y es la acción; no podemos quedarnos quietos esperando que Dios lo haga todo y que la bendición llegue a donde estamos; hay que arrebatarla. Aquí entra a obrar Dios; los médicos cometen un  error y aumentan la dosis de quimio y como consecuencia no pudimos pagar ochocientos mil pesos ($800.000) y me suspendieron el procedimiento. En ese momento el Espíritu Santo me llevó a la única parte que no había ido: la asociación de Cancerología (porque los que aman a Cristo todas cosas le ayudan a bien), allí me armaron un paquete con toda la documentación pertinente para iniciar una tutela: fui a los juzgados, expuse mi caso, y la juez envió una carta con orden de iniciación de tratamiento inmediato sin ningún costo y en un abrir y cerrar de ojos Dios abrió las puertas, y en menos de quince días había un fallo de tutela a mi favor con exoneración completa e integral de costos hasta hoy. Dios nos dio la vitoria total. Surgen tropiezos, muchos obstáculos, pero no debemos darnos por vencidos; hay que perseverar, pedirle día a día a Dios que renueve nuestras fuerzas, no detenernos ante la adversidad sino desafiarla.

 

No sé cuál es la aflicción por la que usted esté pasando; familiar o económica; de salud o estudio; emocional, ministerial u otra; aférrese de la mano de Dios, de la oración, de la sabiduría; déjese guiar por el Espíritu Santo, actué, no se quede quieto, trabaje en la solución, descanse en Dios, profetice, declare lo contrario a lo que el enemigo quiere hacerle ver o creer; si siente que no puede, declare: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” “qué si muriere” “no moriré sino que viviré y contare las obras de Jehová”.

 

Paralelo a esto no podemos olvidarnos de nuestra gran comisión; gran obra para Cristo.

 

Es tan hermoso cuando vamos por un desierto como éste y encontramos en el camino a alguien sediento, abatido, seco, sin esperanza, y llevarlo a ese manantial en donde puede beber del agua que le fortalece; que le da vida, que le refresca: el Señor Jesucristo.

 

Una vez esperando una cita en el Instituto Nacional de Cancerología, estaba cansada, sin deseos de hablar, y me senté junto a una joven que llevaba un niño de ocho meses en sus brazos; por su aspecto físico parecía oriunda de tierra caliente, de bien adentro del Meta donde había dejado dos niños más; estuve junto a ella cuando Dios tocó mi corazón y le pregunté qué tenía el niño; ella estaba en espera de una prótesis de ojo que el niño había ya perdido por el cáncer; enseguida empecé la obra, lo cierto es que cuando menos pensé, ella tenía su cabeza inclinada y sus ojos cerrados, dispuesta a recibir al Señor Jesucristo en su corazón, lo hizo, la guié, le presenté el evangelio. Pesé después, “si hubiese callado” Dios no se vara y habría mandado a alguien pero yo ¿cómo hubiera quedado delante de Él?

 

Con la recaída actual, se presentó desprendimiento súbito de retina del ojo izquierdo, nos apresuramos y fuimos al lugar equivocado en busca de ayuda al Hospital Simón Bolívar; de allí nos remitieron a urgencias al Hospital el Tunal; en el taxi le compartimos a un joven lleno de idolatría, agüeros y mucho más; le hablé de todo eso, sus consecuencias, etc.; por un momento quedé en silencio y él me dijo: mamá siga hablándome que me interesa y necesito lo que me está diciendo, me di cuenta que su hogar estaba en crisis; le seguí compartiendo de la Palabra y puse algo en práctica de lo aprendido en el curso de Consejería; pocas veces he visto tanta gratitud en alguien desconocido (la gloria sea para Dios). Cuando menos pensamos, estábamos en medio de una sala de urgencias, entre gente herida, ensangrentada por diversas causas; espectáculo grotesco y desagradable; Yo le pregunté a Dios: qué hacíamos allí, en silla de ruedas, lejos de mi casa; me sentía muy mal y me dije: “aunque ande por valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo”. Cuando vi una joven que intentó suicidarse, cortándose las venas de la muñeca y después de mucho rato, la llame, sin juicios; no le pregunte el porqué o cual motivo llegó a eso; no me interesa, solo sé que yo llevaba para ella un mensaje de salvación, de amor de parte del Señor Jesucristo y lo hice; lo último que ella dijo fue: “gracias, gracias señora”, a su vez era yo quien le daba gracias a Dios porque si fue por ella que llegue allí, valió la pena.

 

¡Hermanos! nunca piensen que están solos en angustia prueba o tribulación, como quieran llamarle; porque si estamos atento a escuchar su voz, Él siempre nos hará saber que está allí y que tiene control de todo. Con migo lo ha hecho y con una sola palabra, como: “levántate, confía, habla”, y recientemente de manera audible, me llamo por mi nombre: “Mery” y pude sentir su presencia y aunque vinieron días bastante difíciles, sabía que Él estaba ahí.

 

Querida congregación, hay una parte de mi vida, quizá la más difícil y que por momentos quebranta y parte en mil pedazos mi corazón, es mi hija; porque a pesar de su estado y siendo de difícil manejo, la amo; pero hasta en eso he tenido que aprender; a desprenderme y entregar esa parte de mi vida a Dios, entendiendo que no es mi hija, sino un préstamo que me izo para cuidarle; ella es hija del mejor y más sabio de los padres, y que Él sabrá cuidarla y protegerla todos los días de la vida.

 

Atreves de una circunstancia de estas, Dios sensibiliza nuestro corazón hacia el dolor ajeno; nos quita la indiferencia, nos hace sentir que somos privilegiados de tenerle a Él, que nos haya escogido.

 

¡Hermano! cuando se presente frente a usted un hermano en Cristo o sin Él, en medio de una prueba, no comience a buscar en Él, culpabilidad con expresiones tales como: “ la paga del pecado es muerte”, “es por algún pecado oculto”, “es consecuencia del pecado”, “por no declarar palabra, por falta de perdón, por maldición, por anatema etc.”; y no falta el que cierra con broche de oro, el que no conoce a Dios y le dice: “eso es que esta purificándose por algo que hizo en sus vidas anteriores”. ¡Por Dios! Eso no edifica, no fortalece, al contrario a veces deprime y baja la nota; dejémosle todo eso a la soberanía de Dios; solo Él es quien sabe por qué lo permite “porque no se mueve la hoja de un árbol sin su santa voluntad”; los invito a ser más prácticos, si es alguien que esta atravesando una prueba económica, si usted puede, ayúdelo siempre en el Señor; si alguien necesita consolación, pida guía al Espíritu Santo y consuélelo, anímelo (la), a veces es más gratificante un abrazo, un apretón de manos, o simplemente un silencio.

 

Hermanos, los invito a quitar la mirada de su circunstancia o adversidad; miremos afuera, hay muchos que se están perdiendo, no pidamos tanto que “Dios envié obreros a la mies” sin que nos pongámonos el uniforme, vayamos nosotros y sembremos la semilla a donde sea; si Dios nos da el privilegio de que sean muchos “Gloria a Dios”, y si es una sola persona “Gloria a Dios”; hagámoslo.

 

Renueve su mente cada día, ponga la mejor actitud; una buena sonrisa cuando hable y empiece la obra; despójese de sus circunstancias, revístase del amor de Dios, déjese conducir del Espíritu Santo y adelante.

 

Por último déjeme compartir con usted una revelación y una reflexión:

 

Una tarde me puse mas por distracción que por otra cosa, a hacer un molde de un parche para mi ojo enfermo, ya que distorsionaba la visión del otro; llame a mi esposo y le pregunté si tenía algún material para hacerlo; él pensó hacerme una broma y se fue a la cocina, hayo un tapabocas grade, en cuero; yo estaba de espaldas, me dijo: “no se ponga en esas”, me lo puso bruscamente en el ojo; eso me dolió y vinieron a mi muchas sensaciones desagradables que me lastimaron; mi esposo se arrepintió pero el daño ya estaba hecho; estuve herida y pensé en un ataque del enemigo, pero estaba equivocada una vez más; en la madrugada le pedí a Dios que sanara esa herida y no pensara mas en eso; en la oscuridad tenía mi mente en blanco y la mirada fija en la pared, de repente: vi cuando al Señor Jesucristo le fue colocada violentamente en su santa cabeza la corona de espinas; quede perpleja y quebrantada y le dije: “lo que yo sentí no fue ni una millonésima parte de lo que tu debiste sentir en ese momento y lo soportaste, eso y mucho mas, y aun así clamaste al Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen” todo por amor a nosotros.

 

Yo les pregunto y me pregunto ¿hasta cuánto estamos dispuestos a hacer por Él, solamente por amor, sin esperar nada a cambio?

Si mi testimonio a alguien fortalece y lo restaura, le doy gracias a Dios y la gloria sea para El.


 

Con amor.
MERY PINZÓN

 

 

 

 

 

 


 
 
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