Carta:
Hace unas semanas dirigí alabanza y todo salió mal. Tenía mi voz muy cansada después del primer servicio, los problemas técnicos impidieron que la gente pudiera leer la letra de la nueva canción y nadie la cantó. Ya estaba listo para renunciar.
Me sentí avergonzado, desanimado y frustrado. Parecía que las horas de preparación y ensayo no me sirvieron de nada.
En mi mente todo tenía que ser un éxito. Se suponía que al final del servicio recibiría buenos comentarios, no escuché ni uno.
Me fui esa mañana preguntándome si debería seguir
Dirigiendo alabanza. ¿Sería yo la persona ideal para seguir haciéndolo? Si tan sólo pudiera ser como Marcos Witt o Coalo Zamorano quienes nunca tienen que luchar con esto.
Ponlo en perspectiva:
Sé que suena exagerado eso de que" ya estaba listo para renunciar", pero estoy seguro que te ha pasado por tu mente muchas veces.
La verdad es que así nos sentimos muchas veces. Cuando el servicio del domingo es un éxito, empiezo a hacer planes para irme de gira con Marcos Witt jajaja, pero cuando es un desastre ya quiero renunciar.
Estoy aprendiendo que el éxito no se puede subir y bajar en cada servicio. La grandeza viene de la mano de muchos errores.
Por qué los errores son buenos para ti:
Cuanto más se falla, cuanto más se cometen errores, más se aprende.
De hecho, cuando hablo con la gente exitosa me encuentro con que se equivocaban mucho.
¿Qué separa a los profesionales de los aficionados? Su capacidad de resistencia para seguir adelante, para seguir liderando.
Los líderes de alabanza exitosos no basan su autoestima en el rendimiento del domingo. Su visión es más profunda. Están más preocupados por la fidelidad y la longevidad que de un increíble servicio.
Detrás de cada fracaso hay un escalón en el camino para una mayor influencia, si tú lo permites.
Así que ten ánimo, aprovecha las situaciones incómodas para crecer y aprender, ten la seguridad que vas hacia otro nivel.
Articulo extraído de: www.directordealabanza.com